La polémica valoración del ex-ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete tras su debate electoral con Elena Valenciano, las recientes palabras del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid respecto a la enfermera contagiada por el virús del ébola, las acusaciones de Duran i Lleida sobre el PER y los andaluces y un sinfín de desafortunadas declaraciones de políticos que, a pesar de su dilatada experiencia, han cometido algún que otro exceso verbal. ¿Por qué ocurre esto?. La respuesta la encontramos en el funcionamiento de nuestro cerebro y en una parte del mismo llamada "amígdala".
Sabemos que cerebro tiene una parte más racional y otra más emocional. La parte más emocional incluye la amígdala, una especie de "guardián del cerebro" que según Elsa Punset tiene el poder de secuestrar al resto de la mente más racional en un milisegundo.
¿Qué sucede cuando la amígdala secuestra a la parte racional?.
Normalmente el cerebro procesa la información que le llega del exterior desde el tálamo, que dirige a su vez esta información a la corteza cerebral. De allí pasa a la amígdala y eso genera péptidos y hormonas que fomentan determinadas emociones y reacciones. Sin embargo, si el cerebro cree que hay un peligro envía toda la información directamente a la amígdala, puenteando al cerebro racional (corteza cerebral). Esto suele ocurrir cuanto te sientes, amenazado o disgustado y reacciones de forma irracional y destructiva. Conviene recordar que la amígdala se encuentra situada en la parte del cerebro más primitiva ( cerebro reptiliano), diseñada para sobrevivir y no para tomar decisiones complejas. Tiene unos 100.000 años y sigue funcionando con parámetros poco actualizados que reaccionan de forma violenta cuando sienten que hay peligro. David Goleman llama a esto "secuestro emocional" y ocurre en un milisegundo cuando el cerebro emocional cree que debe salvarte la vida. Sin embargo, cuando hablamos de política y declaraciones públicas lo que puede hacer es arruinártela.
Ante cualquier situación sin riesgo vital, aunque altamente estresante como una rueda de prensa con preguntas incómodas, hay profesionales de la política que puede reaccionar de forma exagerada ante un peligro que no es físico, sino emocional. "Nuestro cerebro estaba programado para reaccionar así ante peligro físico,( el ataque de un animal salvaje), pero ahora seguimos reaccionando igual ante peligros emocionales, que son los más corrientes en las vidas que tenemos hoy en día", apostilla Elsa Punset. El neurocientífico Matthew Lieberman ha constatado que cuando la amígdala se activa con sangre y oxígeno la corteza prefrontal ( parte más racional) está menos activa, por lo que se ralentizan nuestras capacidades cognitivas y hay déficits en nuestra resolución de problemas. Afirma que se produce un efecto similar al de perder entre diez y quince puntos de cociente intelectual de forma temporal.
La herencia genética está por encima de cualquier tipo de estrategia o plan de marketing político. Tu amígdala puede obligarte a decir cosas que pocos periodistas o adversarios podrían conseguir. La naturaleza que es muy sabia. Cést la vie.
La polémica valoración del ex-ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete tras su debate electoral con Elena Valenciano, las recientes palabras del Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid respecto a la enfermera contagiada por el virús del ébola, las acusaciones de Duran i Lleida sobre el PER y los andaluces y un sinfín de desafortunadas declaraciones de políticos que, a pesar de su dilatada experiencia, han cometido algún que otro exceso verbal. ¿Por qué ocurre esto?. La respuesta la encontramos en el funcionamiento de nuestro cerebro y en una parte del mismo llamada "amígdala".
Sabemos que cerebro tiene una parte más racional y otra más emocional. La parte más emocional incluye la amígdala, una especie de "guardián del cerebro" que según Elsa Punset tiene el poder de secuestrar al resto de la mente más racional en un milisegundo.
¿Qué sucede cuando la amígdala secuestra a la parte racional?.
Normalmente el cerebro procesa la información que le llega del exterior desde el tálamo, que dirige a su vez esta información a la corteza cerebral. De allí pasa a la amígdala y eso genera péptidos y hormonas que fomentan determinadas emociones y reacciones. Sin embargo, si el cerebro cree que hay un peligro envía toda la información directamente a la amígdala, puenteando al cerebro racional (corteza cerebral). Esto suele ocurrir cuanto te sientes, amenazado o disgustado y reacciones de forma irracional y destructiva. Conviene recordar que la amígdala se encuentra situada en la parte del cerebro más primitiva ( cerebro reptiliano), diseñada para sobrevivir y no para tomar decisiones complejas. Tiene unos 100.000 años y sigue funcionando con parámetros poco actualizados que reaccionan de forma violenta cuando sienten que hay peligro. David Goleman llama a esto "secuestro emocional" y ocurre en un milisegundo cuando el cerebro emocional cree que debe salvarte la vida. Sin embargo, cuando hablamos de política y declaraciones públicas lo que puede hacer es arruinártela.
Ante cualquier situación sin riesgo vital, aunque altamente estresante como una rueda de prensa con preguntas incómodas, hay profesionales de la política que puede reaccionar de forma exagerada ante un peligro que no es físico, sino emocional. "Nuestro cerebro estaba programado para reaccionar así ante peligro físico,( el ataque de un animal salvaje), pero ahora seguimos reaccionando igual ante peligros emocionales, que son los más corrientes en las vidas que tenemos hoy en día", apostilla Elsa Punset. El neurocientífico Matthew Lieberman ha constatado que cuando la amígdala se activa con sangre y oxígeno la corteza prefrontal ( parte más racional) está menos activa, por lo que se ralentizan nuestras capacidades cognitivas y hay déficits en nuestra resolución de problemas. Afirma que se produce un efecto similar al de perder entre diez y quince puntos de cociente intelectual de forma temporal.
La herencia genética está por encima de cualquier tipo de estrategia o plan de marketing político. Tu amígdala puede obligarte a decir cosas que pocos periodistas o adversarios podrían conseguir. La naturaleza que es muy sabia. Cést la vie.